La percanta no decanta

En la barra de madera trabaja Julio, que vestido de camisa negra ,jean recto y zapatos de vestir. El atiende hace más de 15 años en “La Percanta”, una fonda de barrio ubicada en Puerto Madero con capacidad para 140 personas. 

En este restaurante parece ya haber una rutina instaurada, pero casi todos los días tiene una particular historia para contar. Sus 30 empleados se reparten en turnos desde las 8 de la mañana hasta las 2 a.m. del siguiente día. Solo permanece 6 horas cerrado y no sorprende que a toda hora haya público consumiendo sus deliciosos platos. 



Aquí concurren cientos de personas al día, desde el desayuno, hasta la cena. 
Para la primer comida del día “La Percanta” ofrece todo tipo de comidas, tanto dulces como saladas. Desde tortas y facturas, hasta pebetes de jamón y queso. Con su sistema de delivery también le llevan a distintas empresas desayunos para todos sus empleados.
La mañana suele ser bastante calma en esta fonda, excepto cuando los que deben entregar los deliverys de atrasan y deben salir a las apuradas, por las órdenes de Cecilia y Daniel, los dueños del restaurante. 

En la hora del almuerzo el local comienza a movilizarse más, los empleados preparan el horno de barro, para las pizzas y pastas caseras,  y juntan las mesas para esperar a los grandes grupos de oficinistas que deciden darse un lujo y comer aquí. Alrededor de las 12 comienza a caer la mayoría del público de los mediodías para consumir uno de los dos menúes ejecutivos del día que ronda los 300 pesos. Este incluye un plato principal, una bebida y un postre. Cada jornada hay opciones distintas y además Cecilia se encarga de diagramar un plan de comidas diferente cada semana. “Me gusta crear cada semana un plan diferente de comidas, para que la gente no se aburra de comer siempre lo mismo y para que los cocineros no se aburran de cocinar siempre lo mismo”, declara la dueña de unos 50 años.

Cuando todos los oficinistas vuelven a sus respectivos trabajos comienzan las historias más interesantes que cuenta “La Percanta”. A eso de las 15 suelen ir a almorzar los hermanos Caniggia, Alex y Charlotte. Encapuchado y lleno de tatuajes en su cara, llega Alexander, sin ganas de ser visto ni reconocido por nadie. Charlotte en cambio, trata de mostrar su presencia con su vestimenta colorida y brillosa. Suelen sentarse siempre en la misma mesa, a un costado, solos. “Casi que ni conversan entre ellos, están todo el almuerzo usando el celular”, cuenta Cecilia que los recibe casi todos los mediodías.

No son los únicos famosos que acuden a la fonda, también concurren muchos futbolistas. Ya sea para comer o para ser entrevistados por algún periodista de un canal como Fox Sports, TyC Sports o ESPN. “Ceci no sabe ni quienes son cuando entran, apenas los reconozco voy rápido para poder atenderlos”, declara Julio, el hombre que se ubica detrás de la caja registradora. “El único futbolista que conozco es Rodri (por Rodrigo Palacio), que siempre viene a comer cuando está de vacaciones(vive y juega en Italia). Es más, tenemos una ensalada que le pusimos ”Ensalada Palacio”, porque es la que siempre se pide el”, comenta mientras sonríe Cecilia. 

En la hora de la merienda mucha gente de otros lugares se acerca para consumir algo dulce, el público no es muy de la zona y suelen ser jubilados que vienen a pasar la tarde a puerto madero. En este horario lo que más tiempo y trabajo le demanda a los empleados del restaurante, es preparar y llevar los encargos de merienda que le hacen desde programas de radio, televisión o en empresas.  



Es este horario es donde más se destaca la mesa principal que tiene “La Percanta”, una mesa larga, de unos tres metros, hecha de madera de roble, en la cual se ubican todas las tortas y muffins, para que los clientes puedan merendar.

En el horario de la cena no suele concurrir mucha gente los días de semana. En cambio los viernes y sábados el lugar para eso de las 20 está lleno de gente. “La particularidad que se puede ver cada viernes y cada sábado es que siempre concurren las mismas personas hace muchos años, y eso llevó a que se conozcan y se hayan armado grupos de amigos” cuenta con alegría Daniel, el marido de Cecilia.

De noche no suele pasar nada extraño, durante la semana el ambiente es calmo al igual que en todo el día, pero el fin de semana se escucha un murmullo constante como en cada mediodía de la semana.”Los ruidos son cada minuto más fuertes en las noches de viernes y sábado, y es algo en lo que trabajamos, porque los mozos y las mozas no se tienen que desesperar, tienen que atender siempre con el mejor humor y el mayor respeto a los clientes” , dice Julio, quien se encarga de enseñarle a los mozos como trabajar. 

Para Cecilia y Daniel, esta cantidad de gente los fines de semana ya se volvió algo normal. Tras 15 años ya no se sorprenden, y ven las noches de fines de semana como algo divertido. Sus hijos Gianluca y Dona no le encuentran la gracia a este ambiente, y como les gusta comer en familia los fines de semana, le piden a sus padres ir a comer a un lugar más calmo. “Cuando nos vamos a otro lugar, Adrián, quien cubre el lugar de Julio por las noches,  queda a cargo del local, confiamos plenamente en él” , cuentan Daniel y Cecilia que son respaldados por Julio y Adrián. 

“Hemos tenido solamente dos noches que desentonaron mucho. La primera cuando de un segundo al otro Sting (cantante de The Police) entró por la puerta como un ciudadano más y pidió una milanesa con pure. La otra fue cuando una limusina estacionó en la puerta y un hombre de traje bajó a preguntar si teníamos baguettines, a lo que respondí que sí. El hombre volvió a la limo y con el bajó Rod Stewart, quien deseaba comer una sopa de verduras y  un baguettin con jamón y queso.  Lo único que no permitimos es que la gente se saque fotos con ellos, como esto es una fonda de barrio, nadie es más que nadie. Igualmente con Sting fui débil y si le pedí una foto”, cuenta entre risas Daniel. 

Después de la cena, a eso de las 00, suelen caer adolescentes a tomar cerveza artesanal y comer maní, mientras hablan y se ríen a carcajadas. Incorporaron las cervezas artesanales, porque saben el furor que están generando en los jóvenes. Adrián aprovecha este momento para musicalizar el ambiente y saca a relucir su dj interior. Esta es una de sus ocultas pasiones. 

Una vez que llegan las 2 de la mañana, Adrián debe encargarse que los clientes terminen de retirarse y junto a los mozos y mozas que quedan hacen una limpieza general, para que cuando Cecilia abra a la mañana siguiente el local (mientras Daniel lleva a Dona y a Gianluca a sus respectivos colegios) todo esté perfectamente reluciente. Una vez terminada esta limpieza, Adrián cierra a “La Percanta” ,que descansará menos de seis horas hasta ser abierta nuevamente, y deja la llave en la recepción del edificio de al lado, que es donde habitan los dueños. 

Adrián una vez que deja las llaves, regresa para descansar en su departamento, nadie sabe donde queda, ni como vuelve hasta ahí. “La Percanta” tiene historias para contar hasta cuando está dormida.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La vuelta a Boedo: ¿Sueño o realidad?

Joven rusa engaña a gran parte de Nueva York

Fin de semana en el hospital: la pesadilla de los futbolistas